En medio de la compleja lucha por la democracia en Venezuela, una figura ha comenzado a llamar la atención en la comunidad venezolana de Miami: Helen Villalonga, presidenta y fundadora AMAVEX. Quien se ha dado a conocer por su supuesto activismo en la diáspora de la ciudad de Miami, Villalonga ha sido señalada por algunos sectores de la oposición como una figura divisiva que ha entorpecido los esfuerzos realizados por la líder política María Corina Machado y el presidente electo en la diáspora, Edmundo González.
Helen Villalonga se autodenomina como una activista en Miami, donde la comunidad venezolana juega un papel clave en el apoyo a la oposición en Venezuela. Sin embargo, recientemente, ha surgido un sentimiento creciente de que Villalonga, en lugar de unificar los esfuerzos, ha contribuido a sembrar discordia y dividir a los grupos de oposición. Algunos de sus detractores argumentan que su discurso y sus acciones han fragmentado a la comunidad en un momento en que la unidad es crucial para enfrentar al régimen de Nicolás Maduro.
Sus “entrevistas” en medios internacionales están siendo utilizadas por el nuevo ministro de interior, justicia y paz, Diosdado Cabello, lo que ha despertado las alarmas en la oposición, donde es señalada de trabajar para el régimen de Nicolás Maduro.
Villalonga con sus repetitivos comentarios mal intencionados, organización de eventos paralelos a los oficiales de María Corina Machado y Edmundo González, y sus intentos por vetar personas de los eventos en lo que ha logrado participar porque según ella misma le restan protagonismo a su organización.
Sus apariciones en medios de comunicación internacionales han llamado la atención de los verdaderos activistas en la diáspora venezolana, en estos medios Villalonga siempre recalca la poca asistencia a eventos tanto en Miami, ciudad en la que radica y las manifestaciones que por el mundo entero se están presentando.
Cabe destacar que el régimen de Nicolás Maduro ha implementado diversas estrategias para comprar lealtades y reclutar a ciudadanos, incluso haciéndolos pasar por opositores.
Estas tácticas son parte de un plan más amplio para mantener el poder en medio de una crisis de legitimidad y aislamiento internacional, asegurando el control social y político mediante una combinación de recompensas y manipulaciones.
